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Pável Dúrov, el libertario de internet que sacó la lengua al Kremlin

La oposición rusa ha salido este verano a la calle para pedir libertad en internet. Los miles de manifestantes que no quieren candados en la red tienen mucho que agradecer a uno de los pioneros de internet en Rusia, el joven genio Pável Dúrov, que cuando las autoridades le pidieron los datos de los usuarios se plantó y les dijo que no.

Fue hace cinco años, durante las protestas más numerosas desde que el presidente Vladímir Putin llegó al Kremlin. El Gobierno le pidió que cerrara varias páginas de la oposición, entre ellas la del bloguero anticorrupción Alexéi Navalni.

El libertario Dúrov no sólo se negó, además colgó una foto de un perro con capucha y la lengua fuera.

Nacido en 1984 en San Petersburgo, vivió varios años de su infancia en Italia, debido al trabajo de su padre, Valeri Dúrov, un respetado filólogo experto en literatura en latín. Ya en Rusia, fue un alumno brillante de secundaria al que sus profesores tuvieron que prohibir el acceso a los ordenadores para que no hiciera travesuras con ellos.

Luego estudió Filología en la universidad estatal de su ciudad natal. Fue entonces cuando creó una librería online para compartir libros y apuntes, un proyecto que, con su hermano Nikolái, transformó en el 2006 en la red social Vkontakte. Hoy tiene 350 millones de usuarios.

Parece que su implicación en las protestas de 2012 está en el origen de la lucha por el control de VKontakte. El oligarca Alisher Usmánov y otros empresarios próximos al poder intentaron comprarle sus acciones. La primera reacción fue propia del enfant terrible que Dúrov lleva dentro: publicó una foto haciendo una peineta al tendido. Pero más tarde tuvo que vender su parte a un empresario que la revendió al grupo Mail.ru, propiedad de Usmánov.

Esa lucha siguió en el 2014. El FSB (heredero del KGB) pidió a Dúrov los datos de los líderes de la revolución del Maidán, en la vecina Ucrania, que habían usado VKontakte para movilizar a las masas. Volvió a negarse y se convirtió en un símbolo de la libertad en internet.

Pero la presión fue en aumento y tuvo que ceder. Mail.ru se hizo con la propiedad de VKontakte y Dúrov se fue al exilio. “Me temo que no habrá vuelta atrás. No después de haberme negado públicamente a cooperar con las autoridades”, dijo.

El dinero que le queda de esa lucha, más de 200 millones de euros, lo emplea para desarrollar su segundo gran proyecto: la aplicación de mensajería instantánea Telegram Messenger, creada en 2013. Esta app, alternativa a WhatsApp, tiene un sistema de encriptación y seguridad pensado para proteger al usuario de los gobiernos. Eso ha levantado polémica, sobre todo tras los atentados de París de finales del 2015, ya que los terroristas utilizaron Telegram para comunicarse. El Gobierno ruso ha sugerido que podría llegar a bloquearla.

“La privacidad, y nuestro derecho a la privacidad, es más importante que nuestros miedos”, dijo Dúrov entonces, quien sin embargo bloqueó 78 cuentas vinculadas al Estado Islámico y fortaleció la vigilancia de contenidos pornográficos.

Pável Dúrov no es un disidente, y hay quien dice que es sólo un niño travieso que se ha ido de un lugar que no le gustaba. El mes pasado, cuando el Kremlin difundió unas fotos de Putin sin camisa, lanzó un flashmob en Instagram que llamó “Desnúdate como Putin”.

Hoy mantiene una vida sigilosa, sin propiedades ni residencia permanente. Puede estar en Berlín, en Barcelona o en San Francisco, y rara vez habla por teléfono o concede una entrevista. Viaja con un grupo de no más de cinco personas que trabajan en Telegram. Para evitar que un solo país ponga sus manos sobre ella, la compañía está registrada en varias ciudades del mundo.